lunes, 14 de septiembre de 2009

EL CIRCO

El otro día le contaba a un amigo que hubo un tiempo en que viví en una casa que era como un circo. Pasaron personajes de todos tipos. Todos eran de caras desordenadas y con harto discurso malo. Así como rebeldes del Estado.
Y era simpático estar ahí, yo tampoco era un gran aporte. A lo más me metía con sus niñas antes que ellos. Sin que se dieran cuenta eso sí. Siempre de caballero.
Había uno que era pequeñito, era el que más agradable me parecía. Era medio engrupido, pero se daba cuenta al final del día. Otro de los que vivía ahí era mi amigo. Aún es mi amigo, encuentro yo. Porque aunque no nos veamos más y que él se haya tomado la molestia de hablar mal de mí, era alguien cercano. Y la verdad es que él fue un poco exagerado, pero yo también fui mal tipo. Aunque nunca tanto. No sé. Quién sabe.
Otro que vivía ahí era uno negrito-negrito que trabajaba para el Estado y que hablaba como “lolo”, pero era viejo. Le gustaba un cantante argentino con letras al nivel de Arjona, siendo el guatemalteco más elaborado. Y jalaba harto. Habrá algo más feo que la cocaína? Y debe haber jalado para imitar a su ídolo. Ahí me di cuenta que no era fans de González. El asunto es que el Morenito que era amigo del pequeñín, después terminó metiéndose al computador de este cabro de baja estatura. Hasta ahí quedé yo, porque cuando empezaron a insinuar cosas malas del “enanín” yo no me senté a escuchar detalles. Yo no me meto en huevás. Menos en un circo.
Y mi amigo, también expandió el mito en contra de “pequeñín”. Es que le tenía envidia. Porque por enano que fuera tenía más talento que él en la profesión que compartían. Nunca tanto más, pero sí un poco. Le costaba menos.
Y todo esto a propósito del 18 de septiembre .