Un animador de televisión pedía que encerraran por más tiempo a un hombre acusado de violación. Como medida preventiva, decía el animal. El acusado alegaba inocencia. Al estúpido animador, un periodista le explicaba que no era posible tener preso a alguien sin pruebas. El animal no entendía y encontraba que la justicia estaba mal, que el sistema no funcionaba y todas esas tonteras que repiten los monos que ven a animadores como ese y le creen. Porque acá tiene más credibilidad un animador que que un filósofo.
¿Y el violador?
No era na' violador. Exámenes de ADN y contradicciones en las declaraciones de las víctimas confirmaron que era inocente.
¿Y el animador?
Ahí está, en su programa y siendo el rostro de una multitienda. Digno de Ripley.