lunes, 26 de octubre de 2009

LO QUE UNOS QUIEREN OTROS LO TIENEN

Una amiga decía que quería perder la memoria como en esa película que habíamos visto.

Hace una semana atropellaron a un muchacho que ahora trata de rehabilitarse y se espera que en unos meses recupera la memoria. No recuerda nada. La polola que lo cuida es una desconocida para él.

Chile

Tiene 23 y una hija de 4. Se acaba de separar. Antes vivía en una pieza en casa de sus suegros. Trabaja en lo que venga y no siempre “viene”. Regresó a la casa de su mamá aunque ella tampoco tiene una propia. Su niña nació con problemas a una de las caderas que con una operación logró superar. Pero eso no fue barato y los ahorros se fueron con los sueños de tener un lugar donde vivir. Tiene un título de un colegio técnico. Ha trabajado toda su vida con contratistas para empresas de telefonía, pero ahora le cuesta más porque su experiencia no importa más que un miserable cartón. Las empresas prefieren contratar a tipos sin vocación que no tienen idea de cómo es el trabajo antes que a un muchacho que ha trabajado toda su vida en eso. Y 23 años para alguna parte de este país subdesarrollado es mucha edad. Muchos años. Un peso desmedido en los hombros.

El otro día en su desesperación encontró un trabajo en una empresa que trabajaba para una multinacional. Primero ofrecían 200 mil más porcentajes, cosa que con el paso de las semanas llegó a 85 mil. Menos que el mínimo. Una empresa que factura dólares que podrían llenar todo un río. Y toda esa burla es disipada por la gente con alcohol, con miseria, con gritos en su casa, con falta de entendimiento. Y el gobierno cuida el dinero de esos ladrones y se transforman en cómplices. Y todos lo somos con el silencio. Tal vez por esa culpa no lo dejé de escuchar a pesar que muero de sueño y que ya acaba de amanecer.

Y cuando le pregunto las razones de su separación me cuenta que ella no lo apoya, que la suegra, que las camisas sin lavar. Una vez la amenazó de muerte y lo justificaba. La pobreza nubla tanto como la riqueza.

sábado, 10 de octubre de 2009

La Batería

No me importa eso de lo que hablas cuando lo dices de esa forma. Me da lo mismo que seas menor que yo y que hables con acento extranjero. Tampoco me importa que el sol no me deje ver cuando creía que estaría nublado. Menos me interesan las reglas gramaticales. Eso sí, me parece profundo y necesario leer entrevistas de escritores y boxeadores.
Los códigos interminables son redundantes en esta situación de ideas utilizadas. Pero sé que escribes mejor de lo que lees. Te dije clarito que la cosa no era na' así como decías, pero tú dale con llevarme la contra. Porfiada, a tu mamá saliste.
Tu hermana me preguntó por qué no te contestaba. Yo le dije que mi teléfono no tenía batería. No me creyó. Yo tampoco me creí. Pa' peor justo suene el teléfono traicionero. La miré y le dije: "parece que se arregló, con estas cosas nunca se sabe". Se mató de la risa y yo corté la llamada.
Me fui casi sin despedirme. Ya estaba medio aburrido con tanta pregunta. Me cargan los cuestionarios y la gente que cuenta su vida al primero que se le cruza. No me gusta porque no me importa y eso me da pena. "Tan frío que eres con las personas", me dijo ella con su acento rídiculo. Como que se enredó la historia, perdí el hilo. Pero no importa porque tú cachai de lo que estoy hablando. Esa es la onda po socia.
Ayer te quería contar que un tipo me mostró un texto que se suponía era gracioso, con chispa como le dicen los sub 50. Lo leí y lo encontré horrible, aburrido, como una mezcla de Álvaro Salas con Coco Legrand. Que fome es eso, pero al pueblo le gusta dicen los empresarios manipuladores. Es bien como las huevas el pueblo entonces. La urgencia del nuevo chileno por parecer gracioso es chistoso. Aquí con los muchachos nos reímos al menos. Yo tenía una amiga que le decían la "vasito de agua", porque no se le negaba a nadie. Eso sí que es fome y yo me río con esa rotería. Te juro que me causa gracia, más aún cuando veo a mi amiga. Ella no sabe que le decimos así. Nos da lata decirle y que se enoje y perdamos todas las ventajas que nos han alegrado por años.
Bueno, lo importante es que te quería decir que sí. Mañana a las 11 de la mañana, en el mismo café de la vez anterior. Prometo que llego y si no aparezco y no contesto las llamadas es porque de seguro se me acabó la batería.

viernes, 2 de octubre de 2009

Hablando Tonteras

Pulsando el título tal vez se lean las últimas frases. Innecesarias, pero chistosas :)