domingo, 20 de diciembre de 2009

"LA PRÁCTICA NO HACE TAN MAL"

En la mañana regamos el jardín con errores ortográficos y una canción que un chileno cantaba con unos mexicanos. Después preparamos zapatallos italianos que sacamos del huerto. Utilizamos métodos poco convencionales, nos basamos en la teoría de que lo importante era que estuvieran cocidos. Nos preguntamos sobre la combinación de la maleza con limón y sal mientras esperábamos que los zapallos vivieran su proceso de transformación.
Más tarde vimos por quince minutos una película y escuchamos su música preferida. Sonidos de esos románticos latinos tan mal mirados por el nuevo chileno. Dejamos a la tele hablando sola. Nos gusta hacer eso.
Cuando empezó a tocar guitarra todo fue mejor. Ella cantaba y yo tirado en la cama mirando el techo. Coleccionamos llamadas perdidas y mensaje en el computador. Sólo teníamos tiempo si quien nos llamaba era una taza de té.

-¿Te acuerdas cuándo nos perdimos y manejamos cuatro horas en un viaje de dos?, me preguntó.
-Y yo me reía porque fuimos en tu auto y tú manejabas. Claro que la risa me duró hasta las dos horas y media, le respondí.

El atardecer es la mejor hora de un buen día, eso me dijiste antes de regresar.

martes, 1 de diciembre de 2009

CEDER UNA VEZ PARA GANAR MIL VECES




Siempre acomoda todo a su favor con talento y vocación. Es capaz de enredarlo todo con una facilidad que impresiona. El lunes me dijo que necesitaba tener su espacio, que pasábamos mucho tiempo juntos, que se estaba quedando sin amigos, que estaba cansada de que todo fuera a mi modo. El miércoles me dejó 19 llamadas perdidas y yo las coleccioné con orgullo. El jueves me envió un correo reclamándome porque no la había llamado en un par de días, que para eso mejor cada uno seguía por su lado. Le respondí que le estaba dejando el espacio para que hiciera su vida, que mejor nos veíamos el fin de semana y que la quería mucho. El viernes no la llamé en todo el día y ella hizo lo mismo. En la madrugada del sábado me mandó un mensaje pidiéndome perdón y yo entendí que estaba media borracha, aburrida de estar con sus amigos y con ese sentimiento de culpa tan propio de las señoritas que salen de colegios particulares y subvencionados.

El sábado en la tarde nos juntamos en mi casa a ver Alta Fidelidad, una película de un tipo aficionado a la música que ordenaba sus discos en relación a sus crisis amorosas. Llevaba mucho tiempo queriendo verla y el día anterior me la habían prestado. Cuando terminó fuimos a la cocina a preparar algo para comer. Hasta ahí no habíamos hablado de nada en particular, como si toda la discusión virtual de la semana le hubiese pasado a otras personas. Me habló de su semana y de su idea de que nos fuéramos a recorrer el sur de argentina, yo me limitaba a escuchar y a cambiar la música de vez en cuando. La dejé que programara todo nuestro verano, esa sensación de poder la tranquiliza. Total yo siempre supe que iríamos a Brasil, pero no era el momento para que ella lo supiera. Sin darse cuenta habíamos visto la película que yo quería ver, escuchamos mis discos preferidos y comimos lo que a mí más me gusta.

El domingo me regaló una foto en que salíamos juntos, me dijo que no podía estar si mí y me pidió que la acompañara a tomar té a casa de sus padres. Yo sabía que tanta maravilla tenía que tener algún costo, nada podía ser tan maravilloso. Si le pagaran por manipuladora sería millonaria. Pero bueno, hay que ceder una vez para ganar mil veces.

JORNADA LIBRE

Me he pasado el día leyendo artículos de libros y escuchando canciones. Bajé a mirar a la librería de Huérfanos si había algo que me llamara la atención, pero no encontré nada.

En la mañana un amigo me envió un mensaje diciendo que siempre sería su hermano y que me quería mucho. Se lo respondí con el gran cariño que le tengo, supongo que le pasa algo malo, pero no tengo certeza. Espero que no sea así. No lo llamé porque así funcionamos. Él es un tipo distinto, un iluminado. Se manda cagadas muy interesantes, con un rollo sicológico impresionante. No es un simple mortal y eso me gusta. Es justo rodearse con gente compleja. Con tipos que no se agarran a combos porque le miran a la tipa. La gente que arma historias sin darse cuenta, que rompen el ciclo normal de la realidad, esas son las que me gusta visitar. Aunque por lo general no me gusta trasladarme más de 10 kilómetros para reuniones de horas. Me carga manejar.

Hace un rato sentía que no hacía nada y ahora escribo y me queda muy bien, pero no me importa. Nunca hice algo por los demás. Hago canciones, escribo textos, grabo videos y preparo papas en todas sus formas. También juego Winning Eleven y veo fútbol. Y no lo hago buscando la aprobación de nadie, no me importa la crítica más de una hora y media. Y eso es muy poco tiempo. Siempre hago cosas para que no funcione cuando ya veo que está todo resultando de maravillas. Es recomendable hacer más de una cosa. Escribir y grabar. O vender seguros contra incendios y leer.

Tenía una amiga que trabajaba en algo que la única alegría que le daba era cuando le daban una semana de vacaciones y podía viajar con esos planes de agencias para el Caribe, Brasil, México o Miami. Pasarse 330 días estresada por 40 de de alegría no vale la pena. Y no son ni cuarenta, ahora que lo pienso. Pero así es el mundo occidental. Del dolor se aprende decían los idiotas. Y el sistema les da dos tragos por uno para que no se den cuenta que no tienen vida.