martes, 1 de diciembre de 2009

CEDER UNA VEZ PARA GANAR MIL VECES




Siempre acomoda todo a su favor con talento y vocación. Es capaz de enredarlo todo con una facilidad que impresiona. El lunes me dijo que necesitaba tener su espacio, que pasábamos mucho tiempo juntos, que se estaba quedando sin amigos, que estaba cansada de que todo fuera a mi modo. El miércoles me dejó 19 llamadas perdidas y yo las coleccioné con orgullo. El jueves me envió un correo reclamándome porque no la había llamado en un par de días, que para eso mejor cada uno seguía por su lado. Le respondí que le estaba dejando el espacio para que hiciera su vida, que mejor nos veíamos el fin de semana y que la quería mucho. El viernes no la llamé en todo el día y ella hizo lo mismo. En la madrugada del sábado me mandó un mensaje pidiéndome perdón y yo entendí que estaba media borracha, aburrida de estar con sus amigos y con ese sentimiento de culpa tan propio de las señoritas que salen de colegios particulares y subvencionados.

El sábado en la tarde nos juntamos en mi casa a ver Alta Fidelidad, una película de un tipo aficionado a la música que ordenaba sus discos en relación a sus crisis amorosas. Llevaba mucho tiempo queriendo verla y el día anterior me la habían prestado. Cuando terminó fuimos a la cocina a preparar algo para comer. Hasta ahí no habíamos hablado de nada en particular, como si toda la discusión virtual de la semana le hubiese pasado a otras personas. Me habló de su semana y de su idea de que nos fuéramos a recorrer el sur de argentina, yo me limitaba a escuchar y a cambiar la música de vez en cuando. La dejé que programara todo nuestro verano, esa sensación de poder la tranquiliza. Total yo siempre supe que iríamos a Brasil, pero no era el momento para que ella lo supiera. Sin darse cuenta habíamos visto la película que yo quería ver, escuchamos mis discos preferidos y comimos lo que a mí más me gusta.

El domingo me regaló una foto en que salíamos juntos, me dijo que no podía estar si mí y me pidió que la acompañara a tomar té a casa de sus padres. Yo sabía que tanta maravilla tenía que tener algún costo, nada podía ser tan maravilloso. Si le pagaran por manipuladora sería millonaria. Pero bueno, hay que ceder una vez para ganar mil veces.